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El bardo y los flaites

Son muy comunes los artistas callejeros en las micros (guaguas en lenguaje cubano) del Transantiago chileno. Siempre que tomo la micro de vuelta a casa me topo con algún trovador, rapero o flautista. A veces son inoportunos, otras veces una canción de Victor Jara o Leon Gieco llega como anillo al dedo para el estado de ánimo. Hay que ver que estos personajes se la juegan a diario. Dentro de una micro pasa de todo, gritan niños, duermen ancianos, romancean unos, carterean otros, en fin…. y en medio de ese escenario hay que tener tremenda cara, tabla, cojones, no sé, para exponer la destreza artística.

Pues hoy, como cada día, regresaba a mi hogar a «sacarme del pecho el cansancio y la rutina del roce diario».  Sentado en la micro, leía atento el poderoso libro de Ampuero «Nuestros años verde olivo» cuando abordó un trovador a brindarnos su música. Tendría unos 28 años, su barba y tatuaje del Che conformaban la imagen de un joven de izquierda, quizá miembro de la Jota o del MIR, quizás ya del Partido Comunista Chileno. «Este libro me está haciendo daño», pensé al percatarme de cómo había estereotipado al muchacho. Pero él, en su lío, comenzó a cantar el bellísimo tema Alelí, de Victor Heredia, atrayendo así la atención de todos los pasajeros.

Poco más se podía pedir para un viaje tan placentero, hasta que, al detenerse la micro en un paradero (parada), un grupo de flaites (mikis repas con cierto aguaje) abordó el transporte. La bulla en forma de celular con reguetón a todo volumen rompió el ambiente y me agarró un malestar,  tan poco criterio, tan rasa educación en los chicos estruendosos! Ganas me dieron de pedirles que bajaran la música pues interrumpían la presentación del joven guitarrero, mas, como casi siempre sucede, me aguanté ante una posible e infructuosa pelea con los chamacos provocadores.

Pero el bardo no se cortó un pelo, paró de tocar y se abalanzó sobre el desagradable grupo. «Apaga eso……. por favor», le espetó con cara amenazante al dueño del celular. El flaitecillo, que parecía valiente, entonces se tragó su gritería y su pinta de pandillero, y apagó el aparato en cuestión. La micro estalló en aplausos y los gamberros no pudieron más que bajarse en el paradero siguiente.

Yo, que por pencoide inhibí el enfrentamiento con los desfachatados aquellos, vi como el trovador había tomado para sí la gloria que no valoré. Me pareció bien y hasta me sonreí por tan espléndida escena. Esta vez pagué al artista el doble por su presentación.

8 Respuestas a “El bardo y los flaites

  1. kpicito…yo que pensaba que la reguetomolestia solo era cuestión de los cuban bus, jejeje, pero menos mal, que además de la fanfarria, siempre hay un aficionado a la guitarra y al buen amor, en cualquier caso nos debes una cita al maine, tú y los dayron y el resto de la banda municipal, jajaja, echa pa’alante que espero el de Ronaldoooooo

  2. kpitan pencoide to el tiempo porfa!!…un 10 para el valiente y un diez multiplicado por n factorial para el pencoide!!…ya eres heroe…no te quiero martir!…jajaja…ahhh…y me apunto para el maine olgui!!…si me lo permiten claro!!

  3. Kpi no sabia que se te daba tan bien lo de la escritura. Esta vez no tengo mas que elogios para ti man.
    Pero bueno espero tus comentarios del partido Barca-Arsenal para como siempre arremeter contra el Barca.
    Cuidate hermano, no te fajes en la guagua, que si no quien nos va a entretener en este blog.

  4. Asere, la verdad que no has aprendido aun, la verdadera fortaleza y grandeza esta en el corazon. Que hubieras hecho si esa gente le hubiera caido arriba a ese tipo?… no puedo creer que los hubieses dejado machucarlo to. Un abrazo y cuidate, no te andes metiendo en lios. jejeje. Pero se valiente.

  5. Ay Capitooo mijooo,además de lo bien escrito,eso es obvio, el Kpi escribe así desde que nació, has logrado conmover mi alma trovadoresca..

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